15 jul 2011

Andaban con Dios y se olvidaron de Dios

(1 Juan 1:6)
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.

INTRODUCCIÓN: Cuán privilegiado es el ser que ande y dependa en todo de Dios, pues todo lo que hace prosperará (Sal.1:3) Este privilegio consiste en que él está con Dios y Dios está con él, de modo que se consagra a Dios, habla con Dios, y camina con Dios; pero el secreto para gozar de ese privilegio continuamente es la obediencia hacia Dios.

Obedeciendo a Dios todo lo que hace prosperará porque está en la voluntad de Dios, es como estar siendo utilizado por Dios para cumplir sus propósitos, ¿Quién se podrá oponer a la voluntad de Dios?; Gamaliel, quien era doctor de la Ley dijo que la obra de Dios nunca podría ser destruida (Hch.5:38,39); hay además una promesa de parte de nuestro Señor Jesucristo que nos garantiza permanecer para siempre si hacemos la voluntad de Dios (1Jn.2:17)

La Biblia nos cita casos de hombres y mujeres que andaban con Dios e hicieron Su voluntad. Hombres y mujeres que se entregaron enteramente a Dios, obedeciéndole de tal forma que vieron la gloria de Dios en sus vidas, siervos como: Noé, Enoc, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué, Samuel, Elías, David, Daniel, Eliseo, Ruth, Esther, Pedro, Job, Juan, Esteban, Pablo y muchísimos otros; éstos son ejemplo de consagración total a Dios, con el privilegio de andar con él sin olvidarse de El.

Pero la Biblia también nos habla de personajes que, aunque se consagraron a Dios, hablaban con Dios y hasta caminaban con Dios, llegaron a olvidarse de Dios, teniendo un fin lastimosamente triste para ellos.

PROPOSICIÓN: Veamos cinco de estos personajes:

1.- SANSÓN (Jueces 13-16) (Consagrado a Dios)

El ángel de Jehová le anunció a sus padres desde
antes de nacer que sería dedicado a Dios desde su nacimiento y que sería usado por Dios para librar a Israel de la opresión de los filisteos. El Espíritu de Jehová estaba con él y así hizo grandes hazañas con las que libertó al pueblo israelita. Después que pecó la primera vez (Jueces 16:1), y viendo que Dios continuaba con él, decidió seguir jugando con sus pasiones y con la misericordia de Dios; fue así como se olvidó de Dios y sin darse cuenta Dios se separó de él (Jueces 16:20), comenzando así su calamidad espiritual y física hasta el día de su muerte (Jueces 16:30)

2.- SAÚL (1 Samuel 9-31) (Escogido por Dios)

Cuando Israel desecha a Dios y pide un rey, Jehová manda a Samuel para que unja a Saúl (1 Samuel 9:17) para que gobernara a Israel, pasando así a ser el primer rey de Israel. El Espíritu de Dios estaba sobre Saúl y así hizo grandes proezas librando a Israel de los pueblos que lo oprimían, sin embargo, luego de andar en la voluntad de Dios decide desobedecerlo por lo que Dios lo desecha y se aparta de él; aquí comienza su muerte espiritual, la cual culmina con su dramática muerte en batalla contra el mismo pueblo que había vencido cuando hacía la voluntad de Dios (1 Samuel 31:4)

3.- SALOMÓN (1º Reyes 1-11) (Amado de Jehová)

Cuando nació, el Profeta Natán le dio el nombre de Jedidías, Amado de Jehová (2 Samuel 12:25), y Salomón mismo amó a Jehová (1 Reyes 3:3); así fue que al comenzar su reinado Jehová hizo pacto con él (1 Reyes 3:14 y 1 Reyes 9:3-9) Fue grande en sabiduría, riquezas y fama como lo había prometido Dios (1 Reyes 3:11-13), pero desobedeció a Dios uniéndose a mujeres extranjeras las cuales le inclinaron su corazón a otros dioses, ya que las amó (1 Reyes 11:4); Jehová castigó esta desobediencia dejándole a su pueblo tan solo una pequeña parte del reino (1 Reyes 11:13)

4.- BALAAM (Números 22-24) (Hablaba con Dios)

Era un profeta de Madián, quien fue contratado por el rey de Moab para maldecir a Israel y así poder vencerlo. Pero Jehová le ordenó que no fuera ni lo maldijera porque era un pueblo bendito. Aunque estaba impulsado por Dios para bendecir a Israel, Balaam deseando la recompensa de Balac y desobedeciendo que era un pueblo bendito de Dios, aconsejó a Balac para que los sedujera con mujeres extranjeras (Números 31:16); así fue como el pueblo de Israel se prostituyó y se inclinó a otros dioses, encendiendo la ira de Jehová sobre ellos (Números 25:1-4) Después de esto, Jehová ordenó a Moisés la venganza contra los Madianitas y en la matanza también murió a espada Balaam (Números 31:8)

5.- JUDAS ISCARIOTE (Caminaba con Dios)

He aquí un hombre quien verdaderamente caminaba con Jesucristo, "Dios hecho hombre", porque él era uno de los doce apóstoles (Juan 6:71) Judas, andando con Jesús se ocupaba de la bolsa del dinero que tenían en común, pero era un ladrón y se aprovechaba sacando dinero para él (Juan 12:6) El Señor Jesús, sin delatarlo anunció la traición en varias oportunidades (Juan 6:70); y aunque él era el hijo de perdición (Juan 17:12), la escritura debía cumplirse (Salmo 41:9); por el hecho de caminar con Dios mismo y ver las maravillas que él hacía, bien pudo no haberse olvidado de Dios y clamar misericordia, la cual no le fue negada, pero no lo hizo para que se cumpliera la escritura; su fin fue terrible (Hechos 1:18)


CONCLUSIÓN: Estos hombres disfrutaron del privilegio de andar con Dios, en tanto le obedecieron, pero su fatalidad tiene un punto de partida clave que es la desobediencia a Dios. Dejándose llevar por sus pasiones, sus deseos, su soberbia y sus intereses, fue como se olvidaron de Dios y comenzaron con su muerte espiritual. En Judas hay una enseñanza: ésta es que por el hecho de caminar con "Dios hecho hombre", escuchar sus enseñanzas y ver sus milagros, esto no fue suficiente para que Judas viera el Reino de Dios; y es que el Señor Jesucristo hizo énfasis en que nos era necesario nacer de nuevo para verlo (Juan 3:3-7) Este es un nacimiento espiritual que hace el Espíritu Santo, renovando todo nuestro ser y haciéndonos una nueva criatura (2Cor.5:17)
Es necesario andar con Dios y estar con Dios, pero sin olvidarse de Dios; para esto hay que dejar al Espíritu Santo obrar para que podamos nacer de nuevo, y perseverar en este maravilloso camino de salvación, pero acordémonos que esto no es por nuestra fuerza, sino por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, obedeciendo Su guía y la voz de Dios que es Su Santa Palabra. De modo que nuestra prioridad debe ser: obedecer.